Mire
hacia las graderías y estas se encontraban repletas, el Coliseo Cerrado de Pucallpa lucía abarrotado
de gente, este era el fruto de varios meses de trabajo, el objetivo se había
cumplido, estábamos celebrando la navidad con más de siete mil ucayalinos de
los Asentamientos Humanos, un megaevento sin precedentes en la Región Ucayali.
Hace
un año logramos que dos mil niños ucayalinos de escasos recursos llenen una
tribuna de coliseo y celebren la navidad, sin embargo; ese día nos trazamos una
meta más ambiciosa, llenar el recinto
deportivo para el 2012, organizar un evento para más de siete mil personas, por
ello decidimos remangamos las camisas y empezamos a “chambear” sin descanso
para lograrlo.
Superamos
los obstáculos y transformamos las crisis en oportunidades; Ni la distancia, ni
el clima adverso, ni las largas jornadas de trabajo nos desanimaron a seguir
este sueño. Sin duda realizamos sacrificios, pero fueron largamente
recompensados al apreciar la felicidad de los pequeños, quienes dibujaban una
sonrisa en sus rostros cuando recibían un juguete o degustaban su chocolatada.
Desde
muy temprano los niños y niñas de diversos Asentamientos Humanos de Pucallpa llegaban
al Coliseo, todos tenían sus tickets en la mano, los que habíamos repartido
hace varios días, dado que debíamos asegurarnos de no exceder la capacidad del lugar, además de cerciorarnos que contábamos
con la cantidad de juguetes necesarios y que ningún niño se vaya con las manos vacías.
El
show infantil alegró los corazones de grandes y chicos, incluso me animé a
participar de un juego. Con la llegada de Papa Noel el coliseo estalló en
gritos y aplausos, los villancicos retumbaron en las cuatro tribunas, había
llegado la hora de repartir los juguetes. Debo confesar que por breves minutos
me preocupé al ver que la ansiedad empujaba a los niños a saltar al campo,
generando un peligroso desorden, pero los voluntarios permanecieron
estoicamente en sus puestos y lograron ordenar a la multitud.
Estoy
seguro que los niños se acordarán por siempre de ese día, recordarán que no son
“olvidados”, recordarán que compartieron junto a miles de amigos espontáneos un
momento de juego, recordaran que por algunas horas quedaron atrás las limitaciones
y problemas que afrontan a su corta edad.
Antes de concluir, algunas personas me agradecieron por los
presentes, yo acepté sus palabras, pero les recordé que eso fue sólo una
pequeña muestra de mi verdadero regalo para los ucayalinos, ya que trabajo 18
horas al día para brindarles un futuro mejor, lleno de oportunidades y mejores
condiciones de vida, ese es el mejor regalo que le puedo brindar a la Región
Ucayali y continuaré trabajando arduamente para que este sueño también se
cumpla.
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