Al ver la foto de la captura del delincuente juvenil
“gringasho”, es imposible que pase desapercibida la enorme sonrisa que se
dibuja en su rostro, gesto que podría tener varios significados: Desafió a las Autoridades,
falta de arrepentimiento por los crímenes cometidos, éxtasis por haberse enfrentado
a disparos con la Policía o quizás la maquinación de su próxima fuga.
Pese a no alcanzar la mayoría de edad, “gringasho” es un
asesino a sangre fría, un elemento peligroso para la sociedad que no dudaría en
matar a cualquier ciudadano a cambio de
alguna suma de dinero. Es iluso argumentar que debido a su “corta” edad es
incapaz de diferenciar la naturaleza de sus acciones y que por esta razón no debe ser juzgado como adulto.
Gringasho,
junto a “Canevo” y “Kevin”, conforma una larga lista de delincuentes juveniles
que protegidos por su inmunidad enlutan los hogares peruanos, todos ellos
asesinos que se iniciaron en el mundo del hampa mucho antes de alcanzar la
mayoría de edad.
Es por esto que es necesario revisar la legislación que existe
en el Perú en relación a la delincuencia juvenil, no podemos tener mano blanda
con quienes se escudan en la minoría de edad para infringir la ley. Todos
sabemos que partir de los
15 años una persona es plenamente consciente de sus actos, son jóvenes que saben
muy bien lo que hacen y las consecuencias de sus acciones.
Es
el momento de decir “basta”, es por esto que me encuentro estudiando la
legislación para presentar una iniciativa legislativa que permita que estos
“delincuentes juveniles” sean recluidos en penales de máxima seguridad, es hora
de actuar con mano dura.
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