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lunes, 24 de diciembre de 2012

El regalo para los ucayalinos


Mire hacia las graderías y estas se encontraban repletas, el  Coliseo Cerrado de Pucallpa lucía abarrotado de gente, este era el fruto de varios meses de trabajo, el objetivo se había cumplido, estábamos celebrando la navidad con más de siete mil ucayalinos de los Asentamientos Humanos, un megaevento sin precedentes en la Región Ucayali.


Hace un año logramos que dos mil niños ucayalinos de escasos recursos llenen una tribuna de coliseo y celebren la navidad, sin embargo; ese día nos trazamos una meta más ambiciosa, llenar el  recinto deportivo para el 2012, organizar un evento para más de siete mil personas, por ello decidimos remangamos las camisas y empezamos a “chambear” sin descanso para lograrlo.

Superamos los obstáculos y transformamos las crisis en oportunidades; Ni la distancia, ni el clima adverso, ni las largas jornadas de trabajo nos desanimaron a seguir este sueño. Sin duda realizamos sacrificios, pero fueron largamente recompensados al apreciar la felicidad de los pequeños, quienes dibujaban una sonrisa en sus rostros cuando recibían un juguete o degustaban su chocolatada.


Desde muy temprano los niños y niñas de diversos Asentamientos Humanos de Pucallpa llegaban al Coliseo, todos tenían sus tickets en la mano, los que habíamos repartido hace varios días, dado que debíamos asegurarnos de no exceder la capacidad del  lugar, además de cerciorarnos que contábamos con la cantidad de juguetes necesarios y que ningún niño se vaya con las manos vacías.

El show infantil alegró los corazones de grandes y chicos, incluso me animé a participar de un juego. Con la llegada de Papa Noel el coliseo estalló en gritos y aplausos, los villancicos retumbaron en las cuatro tribunas, había llegado la hora de repartir los juguetes. Debo confesar que por breves minutos me preocupé al ver que la ansiedad empujaba a los niños a saltar al campo, generando un peligroso desorden, pero los voluntarios permanecieron estoicamente en sus puestos y lograron ordenar a la multitud.


Estoy seguro que los niños se acordarán por siempre de ese día, recordarán que no son “olvidados”, recordarán que compartieron junto a miles de amigos espontáneos un momento de juego, recordaran que por algunas horas quedaron atrás las limitaciones y problemas que afrontan a su corta edad. 


Antes de concluir, algunas personas me agradecieron por los presentes, yo acepté sus palabras, pero les recordé que eso fue sólo una pequeña muestra de mi verdadero regalo para los ucayalinos, ya que trabajo 18 horas al día para brindarles un futuro mejor, lleno de oportunidades y mejores condiciones de vida, ese es el mejor regalo que le puedo brindar a la Región Ucayali y continuaré trabajando arduamente para que este sueño también se cumpla.


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